
Fuente de la imagen: Diario Montañés |
En el Santander del medievo, un reloj destacaba desde lo alto de la torre de la Catedral, señalando las horas
en las que se distribuían los días y la vida de los habitantes de la villa santanderina. Cuenta la tradición,
que al irse edificando las casas que frente a la colegial y mirando al sur daban la cara al mediodía,
cada vecino intentaba poder "robar" un metro más de calle, para poder contemplar el reloj desde su misma casa.
Se iba pues, cerrando la calle, estrechándose rúa arriba, hasta casi adosarse el antiguo Ayuntamiento y la Iglesia de la Compañía, recién construida
a principios del siglo XVII; más arriba, el palacio de los Riva Herrera también avanzó y al llegar a la subida
de Santan Clara comenzaban a retrepar camino de la Alta apiñándose casuchas y huertos, siempre con el ojo abierto
al sur para contemplar la esfera del reloj "comunal".
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